Te
he pasado al otro lado del túnel, adentro, para que te acerques al secreto, al
secreto que en cada persona habita, a esa chispa de una llama universal, que eres
tú, que yo soy, que pertenece a la misma existencia y cuando nos encontramos es
como esos pedernales que al chocar chispean…, mostrando su urgencia y lucidez.
En
la costumbre de las cosas, en la rutina, en las ideas trilladas, ocurren
aparentemente pocas cosas. La gente pasamos por los sitios, nos cruzamos con
las personas sin mirarnos, sin vernos y sin esperar nada; siempre hay una cita,
un horario y un deber que cumplir…, no tenemos el tiempo necesario. Pero cuando
nos paramos, de vuelta a casa, hay un momento para aflojar y ceder un poco,
respirar en un suspiro sosegado. Otras veces, hay una búsqueda desesperada por
satisfacer las bajas agitaciones, el espíritu se nubla, se arraigan las indignaciones
y se llegan a gozar, nos exaltan y parecen hacernos parte de un conjunto de colectividades
del twitter. No hay nada más vacío y efímero, al final cada uno se acuesta con
su ingenuidad o su cordura solitaria.
Pero,
te lo advierto, quiero atraerte poco a poco para que te introduzcas en el
ceremonial de la empatía y sientas la identidad mental afectiva de un sujeto como
yo, con el ánimo abierto, para que te sientas arrebujada en tu sensualidad, la receptividad
del aliento, de ser quien eres, un ser original y maravilloso. Que pretendo, favorecer
si te atrae igualmente, con la concesión mutua de conocernos.
Invítame
a aprender de ti, con la sensibilidad que resguardas y acumulas; trataré de
comprenderte. Háblame como la mujer que eres, que desea ser complacida, aunque
pienses que es una quimera, una ilusión lejana; el entusiasmo es el umbral de
la satisfacción.
No
te dejes dominar por la suspicacia y el recelo, no hay mejor manera de
disfrutar del tiempo que nos toca vivir, que confiar en él, sin los límites que
nos han puesto y nosotros hemos aceptado.
Te he estado esperando estas noches, la piel se me
eriza de solo pensarte, como yo te ideo, en mi cara se dibuja una mueca alusiva.
El miedo a perderte es un hilo invisible que me intenta reducir y frena mi marcha
hacia ti…, solo quiero interesarte y hacer que tus ojos brillen, mientras el recuerdo
te traiga otra vez a pensar en mí y desear formar la ola que se entrega a la arena
de mi orilla. No puedes imaginarte como deseo ver tu sonrisa, conocer tu cara deseosa…,
te esperaré.

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