Mirando con un poco de perspectiva y, tras una reflexión apacible y serena creo poder decir que las personas que ya se fueron, familiares y amistades, me dejaron un mensaje y una certeza que yo también me iré y no supere su pérdida tan valiosa. Las cosas nunca fueron mejores en el pasado y sí que fueron importantes para mí porque con todas ellas aprendí algo y me ayudaron a ser mejor seguramente. Ahora todo es aparentemente distinto y algo ha cambiado, son los hábitos y costumbres que me cuesta asimilar, está claro. Si, pero quiero ser claro, la juventud del pasado no reflejábamos las mismas actitudes pero no era porque nuestros valores fueran mejores que las actuales, sino que estábamos más reprimidos, más temerosos de los castigos que nos infringían y, quizá, éramos más ignorantes, sufríamos también tantos reproches, que nos desconcertaban y no sólo eso, las correcciones de los adultos y las penurias o restricciones económicas eran mayores, poca veces teníamos dinero y nos las teníamos que ingeniar para adquirir los medios para disponer de alguna posibilidad de divertirnos.
El adoctrinamiento y puritanismo religioso asfixiaba el desarrollo libre y estimulaba la picardía y la mentira sino, el propio autoengaño, de lo que explorábamos; de la sexualidad y las relaciones que se condenaban a la clandestinidad sino a situaciones opacas, que manteníamos secretas por tantos y muchos temores. Los jóvenes no éramos libres en los sentimientos ni en la sexualidad y menos en las expresiones; vivíamos reprimidos y atemorizados, pues a los ojos del adoctrinamiento religioso todo era pecado y había un temor horroroso y enfermizo a la condena divina y el infierno. Así que aguantábamos el tipo y nos dejábamos llevar por lo inevitable y la reiteración. Ante esta represión de la sexualidad hablando con una gran amiga nos lamentábamos de aquel tiempo perdido y la gran atracción que existió entre nosotros. La recriminaba su recelo y desconfianza y me decía: es que todo era pecado y, en casa, me decían que cuidado con los besos y toqueteos que puedes quedarte embarazada. Yo me imagino y veo una cortedad de miras y desinformación inaudita y desmoralizadora. Ese puritanismo nos llevaba a que casi o, completamente, sólo se consentía las relaciones en el seno de los matrimonios; aunque no fuera así en todos los casos, estaban las excepciones que confirmaban la situación. Luego de esa falta de información y formación en muchos matrimonios no había amor sino que eran una imposición, las experiencias sexuales para muchas personas eran muy traumáticas y horribles por no conocer y tener desarrollada cierta sensibilidad y comprensión de lo que es el placer del juego y complicidad refrescante de los complejos al ser descubiertos en nuestros gustos y atracciones más básicas.
Así, muchas personas tenían que fingir y dar una doble versión de su realidad y la vida que se compartía. Nos hemos engañado tanto, tanto, que hemos creado una sociedades muy de cara al exterior para mantener el la situación y un estatus muy artificial y falso a nuestra medida y se mantiene con la mayor voluntad pero que nos crea frustraciones y desconexiones de la realidad. En algunas oportunidades ante confesiones muy escabrosas, me he sentido inquieto tratándose de gente amiga; temía ser descubierto en esas confesiones que descubrían lo aparente, que sería muy desagradable e incómodo; romper el pacto de no enterarse de lo que era evidente, se llama insatisfacción. Las apariencias sociales y lo que ocultan son así, una carga pesada y tienen el riesgo del descreimiento.
Muchas veces necesitamos encontrar cierta confidencialidad, una válvula de escape a una vida llena de tabúes y represiones; un mundo más sincero y franco. Es una especie de repliegue y un aislamiento en el que puede vivir una mujer, me pongo en su lugar, entre las paredes del hogar, ahí es necesario buscar la brecha mágica para ensoñar el mundo que se desearía.
Esa ventana, representa el deseo de contacto con la gente, lo que a ella quizá busque es gustarse más mirándose en ese espejo que representa a cada persona, una mirada; para verse mejor. La ventana, en ese sentido figurado, es para actuar con una doble moral para vivir y sin embargo explorar y volar en otra; es muy duro y sin embargo nos libera de tantas situaciones vividas en una educación represiva y muy acostumbrados a tener varias caras por el temor “al qué dirán”.
El salir de esa situación nunca fue fácil para los que lo logramos. La función de esa compañía, el amigo emocional, es un consuelo en sus tareas domésticas y es la espoleta para echar a volar su fantasía. Es una libertad, a lo nuevo, a lo desconocido, a lo anhelado. Estas ganas de libertad requiere mucha fuerza y compromiso para buscar los grandes espacios sin vallas ni paredes, saltar los límites y liberarse de las ataduras. Lo que no es necesario es mantenerlo en el otro lado pero así lo tenemos. Pero es importante poder fisgar mirar propiamente, sin tener que relacionarse con algo estable o serio.
Hay un concepto curioso a eso de ser fiel, uno que mantiene una relación de obligaciones y deberes, no se puede ser fiel a un sentimiento, existe un contrato y unas reglas que cumplir. Mi conocimiento y sinceridad me dice que solo tiene valor la fidelidad en los sentimientos.
Cuando en una pareja no hay un sentimiento y afinidad recíproco, la fidelidad se transforma en una obligación, un deber que es forzado, no hay sentimiento ni alegría.
Cuando hay un sentimiento verdadero, la fidelidad surge espontáneamente y es satisfactoria, sin necesidad de forzar la actitud. Cuando se da vigencia al contrato adquirido en la iglesia o delante del juez en el ayuntamiento el matrimonio poco a poco hay que preguntarse y buscar si hay amor en pareja. Hablamos de ello porque es importante saber lo que sentimos; la única infidelidad que existe espiritualmente es la infidelidad a los sentimientos que nos mueven y motivan la convivencia y la relación.
En esta situación distinta, a través de esa ventana una persona, la protagonista a la que quiero referirme, la sirve para trasladarse al pasado para recuperar los recuerdos mediante un acto de desdoblamiento. En este sentido, conviene destacar que este personaje se contempla a sí misma mediante el espejo, como elemento coherente en el que se mira a la búsqueda de una identidad a través de encontrase consigo misma y ver su legitimidad. Es un diálogo consigo misma por medio del espejo, intentando conseguir el retorno al pasado, sobre todo la etapa de la niñez y de la adolescencia, así como comunicarse con el entorno familiar mediante el recurso del recuerdo.
Luego las personas vuelven a lo que han optado a un matrimonio por diversas circunstancias o necesidad y no fue el verdadero motivo el amor, incluso estando enamorados de otra persona y esa renuncia a marcado todos otros acontecimientos a este sentimiento por convencimiento o siendo inclinados a otros intereses y he visto cómo se habla de estas situaciones con cierta compasión y conmiseración de un mal inevitable, que se creía era lo bueno, lo justo y estaba en cierta armonía con una situación familiar.
Por lo general son gente infelices pero se sienten satisfactoriamente resignadas a la suerte de su época que parecía que había que ceder a otras normas o códigos sociales moral intachable, porque se ha sacrificado una promesa que solemnemente se sentenció el día de su unión: “lo que Dios ha unido que no lo separe nadie".
La obsesión es de una naturaleza que proviene del latín obsessio que significa asedio. Es cierta persistencia en una idea que ha ido afianzándose y que se ha trabajado mucho de una forma mental que poco a poco crea un sentimiento, se puede llegar hasta un punto que alguien puede llegar a creer que lo que piensa es lo que siente. Reconocer y atender a un sentimiento se hace de una forma sencilla ni siquiera hace falta un análisis, lo importante es saber si es correspondido o no. Los intereses son otra cosa y son muy acaparadores, casi siempre se habla de conquista o persuasión. La obsesión suele llevar un interés desmedido de pertenencia y suele venir de gente que no actúan con sinceridad, más bien con interés de adquirir algo como propio; no pueden aceptar su miedo a ser rechazado y no está dispuesto a admitirlo tampoco.