lunes, 16 de septiembre de 2013

Recuerdos, un niño

Recuerdo a mi padre y, como a el, a todos los padres. Mi padre no quería que fuese e hiciese lo que el hacía, como seguramente la mayoría de los padres que buscaban destinos más asequibles, no quería que fuese un esclavo del campo, me decía alguna vez, quería que progresara, que viviera mejor y no estuviese constantemente esforzado en el trabajo, y la incertidumbre de que fructificara en tantas y mas circunstancias climatológicas, que podían darte lo suficiente para subsistir, no mucho más, o arruinar todas tus esperanzas por una climatología desfavorable..., y otra vez ver con la miseria acechando, que te perseguía como una sombra persistente.
Aún, recuerdo esa gente lacónica y seria, con muy pocos motivos para reír y vivir distendida, podían llegar a transmitir cierta melancolía, creo que eran gente melancólica.
A veces, mi padre llego a decirme: ¡hijo, no quiero que seas un desgraciado como yo! casi me hería, me hacían daño esas palabras, yo le veía, era un hombre con mucha dignidad, muy honesto y amante de la calma y su familia..., pero esta claro, eso no era suficiente para ofrecer a una familia o los hijos.
Desde estos tiempos que vivimos, trato de valorar esto, trato de sopesar y recuerdo con gratitud las pocas veces que vi su sonrisa satisfecha y un gesto con optimismo, entonces  removía con la mano su boina gastada sobre su cabeza.
Ese niño que fui quiero que siga despierto, que tenga curiosidad y se emocione, siendo capaz del asombro, que mi padre quizá no tuvo por perderse en ese mar de necesidades y deseos incumplidos. Cuando tienes esa sinceridad y esa apreciacion o alerta, todo lo encuentras nuevo, todo lo ves posible y esa curiosidad insaciable te mantiene en constante desarrollo y actualidad.
Mi abuelo Máximo, era algo diferente siempre tenía algo que hacer, tiempo para hacer algo para los demás, lo miraba todo y era capaz de recoger un cordel o un alambre del suelo de la calle, para una necesidad casual, nunca le vi asustarse de nada, podría decirse que tuvo muchos oficios, pero uno le marco, el de carnicero y mataba cada matanza, decenas de cerdos, la mayoría de los cerdos del pueblo, les estazaba y ayudaba a sacar cada pieza u órgano, para su uso adecuado. Tubo "el Salón", donde había baile, Comedias y Cine en ocasiones. Se celebraron ahí muchas bodas y otras celebraciones con disco u orquestas..., pero sobre todo el regocijo de sueños y encuentros de amores muy escondidos o disimulados, así eran esos tiempos, de mucha apariencia y falta de espontaneidad todas las relaciones, eran una transacción muy calculada e interesada..., con vistas al futuro. El favorecía el consumo, con deudas de plazo aplazado..., sin intereses, las posibilidades eran escasas.
 Por mi mente, ahora, van desfilando todas esas personas que tenian peculiaridades muy distintas que rompian la atonia rural, cada uno con esa carga rural que hacia de ello una peculiaridad secular, que cómicamente ridiculizaban en la ciudad, por que le quitaban esa calidez y corazón llano. 
En este paisaje rural, la vida del pueblo se llenaba de aromas inconfundibles, sabores que recordamos y anhelamos en cada cosa que comparamos, difícil repetir. El olor a mosto y fermentación de las bodegas, el aroma a pan recién hecho cuando asabas por la calle Nueva, por la puertecita de doble hoja de Livino..., tantas cosas que esa curiosidad despertaba en los sentidos, puede que tuviéramos muy pocas cosas en las que pensar y sentíamos más.
Muchos hablan y recuerdan las muchas fechorías que se hacían a las personas y muchas más a los animales. Reconozco, que a mi siempre en esos casos me recorría un escalofrío que traspasaba todo mi ser, pero por ese mal entendido compromiso de la amistad te convertías en cómplice. Cada vez que vuelvo a mi pueblo es un placer sentir la cercanía con mis paisanos que cada vez me hacen sentir mas cómodo. Los encantos de la naturaleza, salir de casa y estar ya en el campo y sentir los elementos naturales tan cercanos siempre me retrotraen a esa infancia..., a ese niño que quiero que siga existiendo.
Pienso... ¿porque escribo todo esto? son cosas que a veces hablando con mis paisanos se esclarecen, si, cuando estoy con algunos de vosotros, me da tanto gusto que quiero perpetuarlo, hacerlo patente y no olvidar lo que siempre me mantiene despierto..., ser un poco aquel niño, que está aquí en mi ser latente.

Esteban Burgos

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