Este verano, en la visita estacional a mi pueblo
he estado a diferencia de otras ocasiones, con una oportunidad primordialmente
familiar, determinada por asistir a mi madre, ya mayor, para favorecer su
acomodación a la casa, el pueblo y su manejo rutinario de la intendencia. Este
verano, se había presentado algún reto extraordinario y hubo la necesidad de
comunicarse más de cerca con alguna gente, de los residentes, otros que viven más alternativamente en el pueblo y la ciudad,
la oportunidad lo requería. He percibido algo que simplemente pertenecía a mi subconsciente
más profundo, por haber sido en el pasado lejano, parte de ello, pero ahora se
me revelaba extraño y desconcertante. Aquellos viejos fantasmas han vuelto a
manifestarse y deambular por los lugares acostumbrados, calles, plazas y actos
que como maniobras rondan por las cabezas como pasacalles trastocando toda
normalidad posible.
Se supone que el hombre se adapta al medio, su
circunstancia, y la dura vida rural, por lo que constantemente se transforma y
desarrolla tanto física como emocionalmente para facilitar esa relación vital consigo
mismos y los demás, procediendo a equilibrar las dificultades con la buena
voluntad y, la capacidad de ponerse en el lugar ajeno, comprendiendo las
debilidades o resbalones casuales con buena o mala intención sin presumir de
que lo sean de facto.
En estas llanuras mesetarias
tan extendidas, donde los senderos y caminos se bifurcan en todas las
direcciones de nuestros campos, en que pacen o transitan los animales manifiestamente,
ante la mirada del pastor. He presenciado con mi primo, Antonio, una lucha de jerarquías
de dos carneros, la lucha era tan brutal, que sentía cierta conmoción; mi primo
miraba con cierto acatamiento, lleno de paciente conocimiento. Me explicaba que
estos combates son abiertos, que pueden durar varios días, incluida la noche,
y es preciso saber que hasta que no se establezca su realidad jerárquica no
cesa la lucha, puedes seguir el acontecimiento pero si intervienes es peor,
creas un ámbito de preferencia y, celos, siendo perjudicial.
Conocer las
relaciones humanas en el medio rural es, así, muy instintivo y van los
acontecimientos despacio o ligeros dependiendo de la necesidad urgente que les
asista: están apoyados en una ciencia bucólica y popular, en que la víscera y
la incontinencia domina la razón y la moderación amable.
En el fondo hay una polémica, urbe o ruralismo, una distancia entre comunidades desiguales. Las comunidades rurales están aisladas
de la convivencia respetuosa a los derechos ajenos y toman predominio los
derechos individuales propios sobre los otros, con el silencio temeroso y cómplice
de la vecindad se contribuye al fracaso del sistema civilizado público y formativo,
efectivamente, la crueldad perversa e inevitable de la gente. Esta dispersión
es falta de todos y el progreso no puede desenvolverse sino contribuimos a ello
todos. Hay sucesos y prácticas que no son aceptables
Las primeras veces
que llegue a mi pueblo, estaba en la puerta, venía Francisco Escudero, nos
saludamos y, estuvimos hablando un rato, he de decir que agradablemente. Cuando
ya se marchaba me soltó…, tienes que salir más y hablar con nosotros; lo he ido
haciendo gradualmente. Entonces, le respondí: me interesa mucho el pueblo pero
no necesito a la gente, no es que fuera muy precisa la respuesta. Me gusta
alguna gente, diría que la mayoría, familiares, amigos, paisanos de una planta
y buena gente que tienen la intención de cuando hablamos tranquilamente,
compartir vivencias y anécdotas. Sin andar entre dimes y diretes, que cuando
les aceptas, acabas cayendo en ellos y como falta la experiencia continuada, terminas
por decir lo que no debes, no sabes o es inconveniente.
Nunca he renunciado
al hecho de ser de pueblo, de mi pueblo, creo que se me nota en muchos modos de
proceder. Pero he querido, también he podido, conocer y disfrutar de otras
culturas, cambiar a comportamientos más confortables, de mayor consideración y cortesía
con los otros, para compartir más y mejor; sabiendo que todo es superable y no todo
el mundo te va a comprender o querer hacerlo. Alguien, me dijo: si eres amable,
serás querido; si eres generoso, serás rico…
Nunca debemos
renunciar a nuestros orígenes, tan fundamentales en nuestra existencia, pero
hemos de cambiar los hábitos toscos, llenos
de instintos peculiares, que solo tienen en cuenta la reiteración del error y la falta
de convivencia… ¿pero, cómo vas a compartir con quien te menosprecia o insulta sin
dialogar?
La vida, siempre es una obra abierta y una posibilidad…, que cada uno
ha de desarrollar.
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