
El amor, es un sentimiento que tienes y sino deseas encontrar o cortejar porque es lo que mejor nos sienta a las personas, es más, no podemos vivir sin este sentimiento. A veces se hace tan necesario que te preguntas ¿Cuánto amor tengo en mi vida? una vez que te haces la pregunta surge la respuesta inmediatamente, porque cuando amas a alguien o algo, ese sentimiento lo llena todo y te da una actividad muy afectiva de expresar ese contento, esa alegría y te hace bailar, escuchar música inspiradora, ver todo lo que te sugiere belleza y reivindicas lo bello que es vivir.
Quieres pregonarlo a los cuatro vientos y hablas de amar como una afirmación, las palabras bailan en el lenguaje amoroso y todo lo que dices se queda corto.
Discutir que no son solo las palabras, es prueba de que no se siente lo que se dice o no puedes apreciar ese sentimiento, dónde cada palabra tiene tanta importancia como cada gesto o mirada.
Razonar el amor, es negarse a uno mismo pues lo que más necesitamos es sentir, sentir ese temblor y racionalizar el amor es dudar de la verdadera naturaleza de este sentimiento. El amor solo se alimenta de el mismo pero a la vez queremos mucho más como en cualquier otro sentimiento.
Hemos de rendirnos a lo evidente, por mucho que queramos o nos quieran sólo percibimos lo que sentimos individualmente, dando es como sentimos la intensidad de lo que es el amor, pero nunca hasta dónde o cuanto nos quieren los demás. Es el más puro de los sentimientos, tan sincero que si lo disimulas o lo improvisas acabará por descomponerse y asfixiando lo más natural de su expresión.
Querer a alguien no es fácil, es como cuidar de una delicada planta que nos gusta y alegra cada momento, hay que cuidarla para que se mantenga fuerte y en su plenitud para que nos de lo que necesitamos.
Alentar, templar, sorprender, maravillar y añorar es algo que nos suele pasar a las personas cuando amamos, cuando hay una reciprocidad hay el estimulo natural de las partes y eso hace que las personas necesitemos perpetuar las relaciones.
No creo que podamos entender ni querer a quien no nos quiere y si lo hacemos no será por mucho tiempo. A veces, te quiere quien no quieres y hay una pequeña frustración que puede hasta contrariarte. Pero así son las cosas y hay que aceptarlas el único amor posible y duradero es el que es libre y aceptado, el correspondido. Lo demás es puro egoísmo e entelequias dominadoras.
Amar no es una inspiración, amar es tener confianza y sentir correspondencia, es sentirse cercano y generoso, entender que merece la pena ser sincero y saber que la calidad de ese sentimiento no lo podemos medir, ni calibrar. Es como un fuego que todo lo utiliza para subsistir y desarrollarse… y así siento también que es la vida... y el amor.
Un día llegará que se acabara la materia prima de la que se alimenta este fuego y solo quedarán las cenizas… pero merece la pena dejar testimonio de que hemos vivido y amado ese fuego y en el nos hemos consumido. Las cenizas serán el testimonio y ahí quedarán, como estas cosas que escribimos.
Escribo no solo por el placer de escribir, sino por la felicidad que me produce compartir lo que siento y estar solo en estos momentos contigo que me lees…si te puedes ver un poco reflejada/o se ha cumplido lo mejor: sentir algo que siempre ha merecido la pena...
Quieres pregonarlo a los cuatro vientos y hablas de amar como una afirmación, las palabras bailan en el lenguaje amoroso y todo lo que dices se queda corto.
Discutir que no son solo las palabras, es prueba de que no se siente lo que se dice o no puedes apreciar ese sentimiento, dónde cada palabra tiene tanta importancia como cada gesto o mirada.
Razonar el amor, es negarse a uno mismo pues lo que más necesitamos es sentir, sentir ese temblor y racionalizar el amor es dudar de la verdadera naturaleza de este sentimiento. El amor solo se alimenta de el mismo pero a la vez queremos mucho más como en cualquier otro sentimiento.
Hemos de rendirnos a lo evidente, por mucho que queramos o nos quieran sólo percibimos lo que sentimos individualmente, dando es como sentimos la intensidad de lo que es el amor, pero nunca hasta dónde o cuanto nos quieren los demás. Es el más puro de los sentimientos, tan sincero que si lo disimulas o lo improvisas acabará por descomponerse y asfixiando lo más natural de su expresión.
Querer a alguien no es fácil, es como cuidar de una delicada planta que nos gusta y alegra cada momento, hay que cuidarla para que se mantenga fuerte y en su plenitud para que nos de lo que necesitamos.
Alentar, templar, sorprender, maravillar y añorar es algo que nos suele pasar a las personas cuando amamos, cuando hay una reciprocidad hay el estimulo natural de las partes y eso hace que las personas necesitemos perpetuar las relaciones.
No creo que podamos entender ni querer a quien no nos quiere y si lo hacemos no será por mucho tiempo. A veces, te quiere quien no quieres y hay una pequeña frustración que puede hasta contrariarte. Pero así son las cosas y hay que aceptarlas el único amor posible y duradero es el que es libre y aceptado, el correspondido. Lo demás es puro egoísmo e entelequias dominadoras.
Amar no es una inspiración, amar es tener confianza y sentir correspondencia, es sentirse cercano y generoso, entender que merece la pena ser sincero y saber que la calidad de ese sentimiento no lo podemos medir, ni calibrar. Es como un fuego que todo lo utiliza para subsistir y desarrollarse… y así siento también que es la vida... y el amor.
Un día llegará que se acabara la materia prima de la que se alimenta este fuego y solo quedarán las cenizas… pero merece la pena dejar testimonio de que hemos vivido y amado ese fuego y en el nos hemos consumido. Las cenizas serán el testimonio y ahí quedarán, como estas cosas que escribimos.
Escribo no solo por el placer de escribir, sino por la felicidad que me produce compartir lo que siento y estar solo en estos momentos contigo que me lees…si te puedes ver un poco reflejada/o se ha cumplido lo mejor: sentir algo que siempre ha merecido la pena...
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