
Vivimos en este mundo y si escuchamos las noticias, si nos paramos a hablar con la gente, si ves de que hablan las personas, es de los problemas en este mundo. Hablamos de las mentiras que nos invaden constantemente y la mentira es la consecuencia del miedo. Alguien hace algo que no esta muy bien o no es lo que se suponía que era lo que se esperara que hiciera y por pura inercia justificativa se crea una explicación, una mentira y según el tamaño de la culpa en la que estamos involucrados la mentira será del mismo tamaño. Hay tantas personas... que si les preguntaras, que es lo que realmente deseas, te responderían, sin importarles en realidad la palabra que puedas utilizar ¡Estar en paz, estar tranquilo! Eso es lo que la gente quiere. Pero hemos creado una mentira tan enorme que no nos deja estar tranquilos y por ello, odiamos a los que se las decimos porque nos han puesto en esa necesidad, nos odiamos a nosotros mismos por decir la mentira, odiamos a las personas sinceras que no necesitan mentir y a quienes te preguntan ¿tu has dicho eso? Y al final se ha creado un odio innecesario y perturbador, de nuestra necesidad de paz y tranquilidad.
Cuando esas mentiras nos confrontan y se empieza a crear esa mentira de unos contra otros llega el momento que el conflicto se ha generado, son muchos los involucrados y se crea un ambiente apestoso y molesto. Entonces puede llegar el momento de exclamar ¡todo es una mentira! Pero el origen era que alguien creó una mentira para defenderse y eso ha ido generando otras muchas más y a lo que se ha llegado a transformar… es un conflicto de subjetividad.
Tu búsqueda es, como la de la mayoría sentirte satisfecho, estar contento y feliz. Pero no sabemos en que lugar comenzó, hemos perdido la fe y hemos creado un camino paralelo y lo que era una mentira lo hemos hecho nuestra verdad y para que esta búsqueda sea el río que es, y habernos convencido y convencer a los demás, creamos una filosofía. De un lado esta la realidad inaccesible, única, excelsa y divina. Del otro lado nosotros los humanos, frágiles, inestables, caprichosos y miserables. Pero en esta peste de la ignorancia, de la mentira, en la peste de la arrogancia, empieza una guerra y se acaban diciendo tantas mentiras, que ya la verdad tan siquiera importa. Lo que empieza a imponerse es el miedo, la gente lo que siente es miedo, miedo, miedo. Miedo a casi todo.
Pero no es eso lo que quiero resaltar, sino todo lo contrario. Las personas tenemos mucho sentido común, una inteligencia puesta a prueba desde tiempos inmemoriales y todo un ejercito de cualidades que han hecho perpetuarnos hasta nuestros días y nosotros, sí, nosotros, tenemos el arrojo de poder romper los límites de esa experiencia de negatividad y mentiras ancestrales, ser como esos guerreros heroicos que tienen la nobleza, la templanza, la sobriedad y todo un ejercito de cualidades propias de su disciplina para vencer el miedo y la mentira.
Ese guerrero deslumbra, no sólo por sus armas, sino porque lo que más luce e irradia es claridad y sinceridad. Tiene y viste su armadura para detener la oscuridad, para desviar la arrogancia, para detener la duda y este guerrero es muy temido porque su ejército de comprensión y claridades que marcha detrás de él. En cada empresa que emprende queda patente su oficio y habilidad. Así es cada ser humano que se precia, se manifiesta y se ejercita en su capacidad natural. No para luchar sino para continuar y no ahogarse en la mentira y el miedo de los vientos de este mundo, llenos de demasiados intereses inconfesables.
Cuando esas mentiras nos confrontan y se empieza a crear esa mentira de unos contra otros llega el momento que el conflicto se ha generado, son muchos los involucrados y se crea un ambiente apestoso y molesto. Entonces puede llegar el momento de exclamar ¡todo es una mentira! Pero el origen era que alguien creó una mentira para defenderse y eso ha ido generando otras muchas más y a lo que se ha llegado a transformar… es un conflicto de subjetividad.
Tu búsqueda es, como la de la mayoría sentirte satisfecho, estar contento y feliz. Pero no sabemos en que lugar comenzó, hemos perdido la fe y hemos creado un camino paralelo y lo que era una mentira lo hemos hecho nuestra verdad y para que esta búsqueda sea el río que es, y habernos convencido y convencer a los demás, creamos una filosofía. De un lado esta la realidad inaccesible, única, excelsa y divina. Del otro lado nosotros los humanos, frágiles, inestables, caprichosos y miserables. Pero en esta peste de la ignorancia, de la mentira, en la peste de la arrogancia, empieza una guerra y se acaban diciendo tantas mentiras, que ya la verdad tan siquiera importa. Lo que empieza a imponerse es el miedo, la gente lo que siente es miedo, miedo, miedo. Miedo a casi todo.
Pero no es eso lo que quiero resaltar, sino todo lo contrario. Las personas tenemos mucho sentido común, una inteligencia puesta a prueba desde tiempos inmemoriales y todo un ejercito de cualidades que han hecho perpetuarnos hasta nuestros días y nosotros, sí, nosotros, tenemos el arrojo de poder romper los límites de esa experiencia de negatividad y mentiras ancestrales, ser como esos guerreros heroicos que tienen la nobleza, la templanza, la sobriedad y todo un ejercito de cualidades propias de su disciplina para vencer el miedo y la mentira.
Ese guerrero deslumbra, no sólo por sus armas, sino porque lo que más luce e irradia es claridad y sinceridad. Tiene y viste su armadura para detener la oscuridad, para desviar la arrogancia, para detener la duda y este guerrero es muy temido porque su ejército de comprensión y claridades que marcha detrás de él. En cada empresa que emprende queda patente su oficio y habilidad. Así es cada ser humano que se precia, se manifiesta y se ejercita en su capacidad natural. No para luchar sino para continuar y no ahogarse en la mentira y el miedo de los vientos de este mundo, llenos de demasiados intereses inconfesables.
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