
El sentido común nos dice: que si demostrar algo significa someterlo a la evidencia, lo que es evidente, no necesita de ninguna manera ser demostrado. Con esto quiero decir que esta claro: la vida, el ser, es algo propio de los vivos. A nadie se le escapa el valor de la vida y lo que nos aporta para apreciar, valorar, obtener una experiencia y una posibilidad de descubrir y descubrirnos lo extraordinario que esto encierra… aunque no sea para todos evidente.
No tiene sentido discutir todos esos derechos y todas esas posibilidades que nos ofrece nuestra existencia para desarrollarnos, experimentar y conocer el propósito de nuestra vida libremente. Pero se hace por una simple razón, no todos gozan de ese derecho y es normal proponerlo, luchar e implantar esa posibilidad para el desarrollo individual dentro de la complejidad y la universalidad de la sociedad.
No tiene sentido discutir todos esos derechos y todas esas posibilidades que nos ofrece nuestra existencia para desarrollarnos, experimentar y conocer el propósito de nuestra vida libremente. Pero se hace por una simple razón, no todos gozan de ese derecho y es normal proponerlo, luchar e implantar esa posibilidad para el desarrollo individual dentro de la complejidad y la universalidad de la sociedad.
La razón práctica, su fin o propósito no es el conocimiento de la realidad sino la orientación de la conducta humana de las personas, también cuenta con máximas o presupuestos esenciales, entre ellos esta el principio de conveniencia o discrepancia, que se expresa así: hay que hacer el bien y evitar el mal.
La realidad, si es así, real, significa que no puede cambiar pero hay pensadores y filósofos que decían que la realidad nunca llega a ser por encontrarse en una perpetúa verificación, en constante establecimiento y afirmación. Pero la verdad es algo que ha sido, es y será siempre clara e igualmente manifiesta. Culturalmente hay ciertas evidencias esenciales que han dejado de serlo para muchos de esta sociedad actual, siempre nos dijeron y nos hemos creído que todos los hombres fuimos creados iguales y que la naturaleza nos otorgó ciertos inalienables derechos como la vida, la libertad y la necesaria búsqueda de la felicidad… ayer vi la película, “slumdog millonaire” y se ve que muchos lo tienen muy limitado… como esos perros callejeros que siempre están bajo sospecha.
Estamos perdiendo la estabilidad, el equilibrio y la seguridad entre lo que sentimos, el sentido común, la cohesión del pensamiento y la forma de obrar. Así el conocimiento y la experiencia se ha sustituido por el oscurantismo y los planteamientos convenientes haciéndonos escépticos, creando una dramática realidad en nuestra forma de vida... nos aferramos a un constante bombardeo de ideas e ideales en los que dudamos e incluso no creemos.
De casi nada acabamos por estar seguros, y legitimidades de índole muy básicas no nos propician los acuerdos sosegados y confiados que necesitaríamos. Y como vemos en cada cuestión y en cada pauta de convivencia estamos en un espacio social profundamente fragmentado y desgajado por diferencias culturales, raciales, religiosas, políticas, etc.
Una de esas razones, de más influencia, que solivianta las pasiones sobre los razonamientos humanos es: la extendida idea y persuasión de que el ser se adquiere con el nacimiento. Así, cuando uno sale del seno de su madre y se le corta el cordón umbilical se le azota, como ayuda, o incita para respirar, tomar el primer aliento y en ese momento, Es cuando eres un ser individual, la persona empieza a ser persona. Conocidos bioéticos se disputan el instante en que un ser comienza a ser hombre o mujer, que la persona humana comienza a ser verdaderamente persona. Queda así sorteada o sustraída la certeza natural de que el alumbramiento no es el milagro de convertir en humano a algo que previamente no lo era.
De la misma forma que el nacimiento le sobreviene a un ser humano, la muerte también le sucede, y aceptamos esa situación a nuestro pesar, se pierde esa condición humana por lo cual enterramos a los fallecidos, les incineramos o hacemos lo que nuestras creencias o costumbres aconsejan.
La realidad, si es así, real, significa que no puede cambiar pero hay pensadores y filósofos que decían que la realidad nunca llega a ser por encontrarse en una perpetúa verificación, en constante establecimiento y afirmación. Pero la verdad es algo que ha sido, es y será siempre clara e igualmente manifiesta. Culturalmente hay ciertas evidencias esenciales que han dejado de serlo para muchos de esta sociedad actual, siempre nos dijeron y nos hemos creído que todos los hombres fuimos creados iguales y que la naturaleza nos otorgó ciertos inalienables derechos como la vida, la libertad y la necesaria búsqueda de la felicidad… ayer vi la película, “slumdog millonaire” y se ve que muchos lo tienen muy limitado… como esos perros callejeros que siempre están bajo sospecha.
Estamos perdiendo la estabilidad, el equilibrio y la seguridad entre lo que sentimos, el sentido común, la cohesión del pensamiento y la forma de obrar. Así el conocimiento y la experiencia se ha sustituido por el oscurantismo y los planteamientos convenientes haciéndonos escépticos, creando una dramática realidad en nuestra forma de vida... nos aferramos a un constante bombardeo de ideas e ideales en los que dudamos e incluso no creemos.
De casi nada acabamos por estar seguros, y legitimidades de índole muy básicas no nos propician los acuerdos sosegados y confiados que necesitaríamos. Y como vemos en cada cuestión y en cada pauta de convivencia estamos en un espacio social profundamente fragmentado y desgajado por diferencias culturales, raciales, religiosas, políticas, etc.
Una de esas razones, de más influencia, que solivianta las pasiones sobre los razonamientos humanos es: la extendida idea y persuasión de que el ser se adquiere con el nacimiento. Así, cuando uno sale del seno de su madre y se le corta el cordón umbilical se le azota, como ayuda, o incita para respirar, tomar el primer aliento y en ese momento, Es cuando eres un ser individual, la persona empieza a ser persona. Conocidos bioéticos se disputan el instante en que un ser comienza a ser hombre o mujer, que la persona humana comienza a ser verdaderamente persona. Queda así sorteada o sustraída la certeza natural de que el alumbramiento no es el milagro de convertir en humano a algo que previamente no lo era.
De la misma forma que el nacimiento le sobreviene a un ser humano, la muerte también le sucede, y aceptamos esa situación a nuestro pesar, se pierde esa condición humana por lo cual enterramos a los fallecidos, les incineramos o hacemos lo que nuestras creencias o costumbres aconsejan.
A veces, al perder la salud, el bienestar o la calidad de vida, aparece ese aspecto humano y no pocas veces deseamos el final para ese ser que aunque querido, padecemos con ver su dolor ¿Por qué? pues por un hecho muy simple, ha perdido los perfiles propios de su realidad, alegría y el propósito afirmación vital, cargada de cordura y sensatez propia.
Yo creo que a nadie le gusta el aborto, a mi no me gustaría tener que abortar, me da miedo una simple operación, pudiendo continuar con mi vida y rutina diarias sin trauma alguno; sin querer profundizar en otros aspectos morales o racionales. La muerte cruenta, es una tragedia. Pero la situación de muchas personas no es la misma y la necesidad de las cosas al final son las que se imponen a pesar de las divisiones, creencias o debates.
El desafío más acuciante ahora lo tiene la Bioética, es, precisamente, recuperar su significado ético pero sobre todo un equilibrio en la apreciación y el criterio. Eso implica asumir pacíficamente que hay unos presupuestos absolutos en la discusión.
Un médico, a veces hace un diagnostico y puede no tener claro qué terapia seguir en determinados supuestos, pero sí debe tener impecable el Juramento Hipocrático para orientar y situarse en la práctica de su oficio. La vida humana se manifiesta con un sentimiento muy claro y hay un deber de conciencia para aquel que es todavía capaz de percibirla. En el caso del médico, el deber es absoluto de no mercadear con ciertas conductas ilícitas. Como si de un cambio de imagen se tratara, y aún así, se explica el equilibrio entre los riesgos, las consecuencias y necesaria acción.
La relegación de una situación tan grave y compleja no se puede dejar al azar de la clandestinidad, la sordidez de curanderos, desampresivos abortistas y médicos sin escrúpulos. Creo que ha de estar regulado, tratado y adscrito al Instituto Nacional de Salud, para que sea lo que debe ser y la gente que este en esa situación, tenga un servicio sanitario, sin tener que poner en riesgo su vida.
El valor incondicional de la vida humana no es cuestionable, constituye un valor fundamental para cada ser vivo, pero la naturaleza constantemente nos demuestra en su transformación sistemática que un fundamento de conservación lo transforma en otro destructor para crear otra naturaleza más necesaria… ahí estan los poderes de la Naturaleza: el poder Creador, el poder Conservador y el poder Destructor al que constantemente nos vemos sometidos. Tenemos quizás muchas ideas sobre eso pero hay una realidad, los desastres naturales, las epidemias que sufrimos, la cadena alimenticia, las enfermedades, las guerras, etc. ¿Cuánto tenemos que ver en ello? A veces bastante, otras solo sufrimos las consecuencias... dejandonos secuelas y dolores inolvidables.
Es obvio que la intención de la gente es alcanzar los valores más humanos, sin ello no es posible alcanzar una vida llena y digna, hay que ayudar a que las situaciones no sean necesariamente peores que lo que se quiere remediar…
Yo creo que a nadie le gusta el aborto, a mi no me gustaría tener que abortar, me da miedo una simple operación, pudiendo continuar con mi vida y rutina diarias sin trauma alguno; sin querer profundizar en otros aspectos morales o racionales. La muerte cruenta, es una tragedia. Pero la situación de muchas personas no es la misma y la necesidad de las cosas al final son las que se imponen a pesar de las divisiones, creencias o debates.
El desafío más acuciante ahora lo tiene la Bioética, es, precisamente, recuperar su significado ético pero sobre todo un equilibrio en la apreciación y el criterio. Eso implica asumir pacíficamente que hay unos presupuestos absolutos en la discusión.
Un médico, a veces hace un diagnostico y puede no tener claro qué terapia seguir en determinados supuestos, pero sí debe tener impecable el Juramento Hipocrático para orientar y situarse en la práctica de su oficio. La vida humana se manifiesta con un sentimiento muy claro y hay un deber de conciencia para aquel que es todavía capaz de percibirla. En el caso del médico, el deber es absoluto de no mercadear con ciertas conductas ilícitas. Como si de un cambio de imagen se tratara, y aún así, se explica el equilibrio entre los riesgos, las consecuencias y necesaria acción.
La relegación de una situación tan grave y compleja no se puede dejar al azar de la clandestinidad, la sordidez de curanderos, desampresivos abortistas y médicos sin escrúpulos. Creo que ha de estar regulado, tratado y adscrito al Instituto Nacional de Salud, para que sea lo que debe ser y la gente que este en esa situación, tenga un servicio sanitario, sin tener que poner en riesgo su vida.
El valor incondicional de la vida humana no es cuestionable, constituye un valor fundamental para cada ser vivo, pero la naturaleza constantemente nos demuestra en su transformación sistemática que un fundamento de conservación lo transforma en otro destructor para crear otra naturaleza más necesaria… ahí estan los poderes de la Naturaleza: el poder Creador, el poder Conservador y el poder Destructor al que constantemente nos vemos sometidos. Tenemos quizás muchas ideas sobre eso pero hay una realidad, los desastres naturales, las epidemias que sufrimos, la cadena alimenticia, las enfermedades, las guerras, etc. ¿Cuánto tenemos que ver en ello? A veces bastante, otras solo sufrimos las consecuencias... dejandonos secuelas y dolores inolvidables.
Es obvio que la intención de la gente es alcanzar los valores más humanos, sin ello no es posible alcanzar una vida llena y digna, hay que ayudar a que las situaciones no sean necesariamente peores que lo que se quiere remediar…
La sentencia tomista, Santo Tomás de Aquino, según la cual la vida es ser para los vivientes: "vivere viventibus est esse" la exégesis, la explicación, la interpretación de esta tesis, subraya Leonardo Polo, pone de manifiesto que la vida es un fenómeno unitario. El viviente está reunido, digámoslo así, consigo mismo, no separado de sí mismo. El viviente vive en tanto que no se dispersa, en tanto que no se disgrega. Aunque la vida signifique muchas veces un comercio o una relación con el medio..., sin embargo, la relación del vivo con el medio implica una cierta unidad, un cierto aislamiento, una cierta diferenciación del viviente con relación al medio… por eso cada mujer tiene mucho que decir de lo que ella contiene y es como ser vivo... digan lo que digan. Yo siempre respetaré a esa mujer que viendo su realidad, llena de dudas o certezas, de necesidad de tomar una opción, la libertad o facultad de elegir, en cada una de las cosas a las que se puede optar..., la toma, y ahí debe ser ayudada y protegida del comercio, la moral y creencias de la sociedad que la rodea.
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