Las palabras deberían ser como las estrellas, miras… y ahí están, cada
una con su naturaleza, luciendo y chispeando. Unidas, forman una ligazón que nosotros empleamos amablemente o no y,
como en bandejas servimos emociones como: el entusiasmo, aflicción, la confusión, el miedo
u odio. También se puede transmitir información y, ¡cómo no! opiniones.
Sentí, cuando empezaba en este
grupo de “Becilla de Valderaduey, entusiastas”, que lo que más me interesaba
era, al fin, un poco de información, que
nos diese un poco más de conocimiento de nosotros mismos ¡que emociones nos
motivaban! y, nuestro carácter individual, nos llevara a conocer lo que nos unía, formando
tendencia, como tierracampino.
Gracias a algunos pocos, hemos
podido saber y descubrir que existieron motivaciones e inquietudes para llegar hasta
ahora siendo lo que somos, concretando, algo más que una palabra sola,
becillanos. Hay detrás una historia que nos ha imprimido carácter, nos ha
acercado, creando emociones y comunicación, que hemos disfrutado.
No podemos olvidar lo que nos
une, nuestra tierra, el lugar en que nacimos, crecimos y nos desarrollamos, con
una sensibilidad tradicional familiar, aunque cada uno sienta su individualidad
y pertenencia propia, participamos de cosas muy comunes, una cultura enraizada en
nuestro carácter y la forma de llevarla a cabo. Como lo fuera para nuestros hermanos,
padres, abuelos y todos nuestros antepasados.
En las noches estrelladas cuando
salgo al patio o la calle, miro el cielo y veo esas mismas estrellas que ellos
vieron. Me acuerdo de mi padre que me hablaba de “las tres marías”, con ellas
se orientaba en las madrugadas del verano cuando ”acarreaba”, luego, supe, que
esas tres estrellas alineadas, eran parte de la Constelación de Orión, o el
Cazador, que forman el cinturón simbólico…, pero no dejo de sentir nuestra
relación esencial. También, cojo con mis manos esa tierra y la huelo sintiendo
su aroma profundo y sagrado, que con una palabra la rendía un homenaje justo: “está
amorosa”…, luego la sembraba. Si, de ella hemos vivido siempre y no dejaremos
de hacerlo.
Me voy, y quiero decir, que eso,
es lo que me motivo siempre y, que eso es lo que seguiría haciendo y seguiría
propiciando, conocer lo que nos ha unido para llegar hasta dónde estamos. Eso,
siempre nos unirá, aunque nos esforcemos en ver lo que nos separa, la mente,
los pensamientos, tiene mil razones y muchos intereses tramposos. Es mucho más
lo que nos une, siempre es interesante mirar y observar porque nos reímos, nos
sentimos contentos, lloramos o perdemos la confianza en nosotros mismos y los
demás. Quizá, nos olvidemos de nuestras necesidades más reales y fundamentales.
Uno solo, no es nada, si no conoce su naturaleza y necesidad. Siempre que he pensado en otra
gente, he pensado en que mi destino está unido a cada una de las otras personas, porque el propósito
y la finalidad de nuestra existencia es la propia Vida, en la vida de cada uno, cada uno a su manera, diferente o parecido, así merece la pena; si respetamos
la dignidad de todos, como nuestra propia
dignidad.

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