viernes, 31 de enero de 2014

las estrellas, miras… y ahí están



Las palabras deberían ser como las estrellas, miras… y ahí están, cada una con su naturaleza, luciendo y chispeando.  Unidas, forman una ligazón  que nosotros empleamos amablemente o no y, como en bandejas servimos emociones como: el entusiasmo, aflicción, la confusión, el miedo u odio. También se puede transmitir información y, ¡cómo no! opiniones.
Sentí, cuando empezaba en este grupo de “Becilla de Valderaduey, entusiastas”, que lo que más me interesaba era, al fin, un poco de información,  que nos diese un poco más de conocimiento de nosotros mismos ¡que emociones nos motivaban! y, nuestro carácter individual, nos  llevara a conocer lo que nos unía, formando tendencia, como tierracampino.
Gracias a algunos pocos, hemos podido saber y descubrir que existieron motivaciones e inquietudes para llegar hasta ahora siendo lo que somos, concretando, algo más que una palabra sola, becillanos. Hay detrás una historia que nos ha imprimido carácter, nos ha acercado, creando emociones y comunicación,  que hemos disfrutado.
No podemos olvidar lo que nos une, nuestra tierra, el lugar en que nacimos, crecimos y nos desarrollamos, con una sensibilidad tradicional familiar, aunque cada uno sienta su individualidad y pertenencia propia, participamos de cosas muy comunes, una cultura enraizada en nuestro carácter y la forma de llevarla a cabo. Como lo fuera para nuestros hermanos, padres, abuelos y todos nuestros antepasados.
En las noches estrelladas cuando salgo al patio o la calle, miro el cielo y veo esas mismas estrellas que ellos vieron. Me acuerdo de mi padre que me hablaba de “las tres marías”, con ellas se orientaba en las madrugadas del verano cuando ”acarreaba”, luego, supe, que esas tres estrellas alineadas, eran parte de la Constelación de Orión, o el Cazador, que forman el cinturón simbólico…, pero no dejo de sentir nuestra relación esencial. También, cojo con mis manos esa tierra y la huelo sintiendo su aroma profundo y sagrado, que con una palabra la rendía un homenaje justo: “está amorosa”…, luego la sembraba. Si, de ella hemos vivido siempre y no dejaremos de hacerlo.
Me voy, y quiero decir, que eso, es lo que me motivo siempre y, que eso es lo que seguiría haciendo y seguiría propiciando, conocer lo que nos ha unido para llegar hasta dónde estamos. Eso, siempre nos unirá, aunque nos esforcemos en ver lo que nos separa, la mente, los pensamientos, tiene mil razones y muchos intereses tramposos. Es mucho más lo que nos une, siempre es interesante mirar y observar porque nos reímos, nos sentimos contentos, lloramos o perdemos la confianza en nosotros mismos y los demás. Quizá, nos olvidemos de nuestras necesidades más reales y fundamentales. Uno solo, no es nada, si no conoce su naturaleza y necesidad. Siempre que he pensado en otra gente, he pensado en que mi destino está unido a cada una de las otras personas, porque el propósito y la finalidad de nuestra existencia es la propia Vida, en la vida de cada uno, cada uno a su manera, diferente o parecido, así merece la pena; si respetamos la dignidad de todos, como nuestra  propia dignidad.



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