sábado, 27 de marzo de 2021

Una situación de crisis

Una persona bajo una crisis emocional puede sentir que está perdiendo en control de sí misma, dado que sus reacciones emocionales pueden ser exageradas o demasiado intensas; se da cuenta de que antes no era así y se pregunta ¿qué me está pasando? y ¿por qué? Su situación de crisis le impide pensar con claridad y tomar buenas decisiones. Por tanto, tener a alguien cerca que le diga que cree que está atravesando una crisis y con quien poder hablar de sus sentimientos, puede servir de gran ayuda.

Siempre es necesario encontrar vías claras y limpias para expresar las emociones, para la propia persona y para los demás; para entrar en una calma saludable. Encontrar espacios, vínculos, donde poder expresar, aflojar tensiones, gritar si es necesario, contar situaciones o emociones y, llorarlas si es necesario. 

Toda represión es negativa, ya que hace crecer las emociones en nuestro interior con más intensidad y duele más, pues nos crea una presión innecesaria.

A veces, una persona se siente físicamente mal sin un motivo aparente. Tal vez se trata de cansancio, dolores de cabeza, problemas digestivos o cualquier otro síntoma que le impide estar bien y que parece arrastrar día tras día sin que desaparezcan.

Muchas de estas cosas son psicosomáticas.

En psicología se establece una diferencia entre temperamento y personalidad. El temperamento, es la parte de nuestra personalidad con la que nacemos, que hemos heredado genéticamente, por ello es lo que mostramos que los demás perciben de nosotros desde una edad temprana. Es la parte más instintiva de cada uno. La personalidad, en cambio, es el resultado de la acción comprensiva de nosotros mismos y la relación o influencia ambiental y social en que nos desarrollamos. Es decir, el temperamento puede ser modificado y modulado por las experiencias y el aprendizaje que una persona mantiene como equilibrio. 

La estabilidad emocional es uno de los factores de personalidad más importantes que cada uno va modulando por sus experiencias vitales. Las tendencia de algunas personas a ser más vulnerables a los problemas de depresión y ansiedad tiene que ver con situaciones estresantes y que se relaciona con una mayor o menor satisfacción en las diversas áreas de la vida; así como con la capacidad de entender la propia existencia.

Así, el carácter no se determina genéticamente sino por esas características que hay entorno a una persona durante su formación, este no se puede intuir desde un corta edad, como sucede con el temperamento. Pasa por diferentes fases y se consolidad con los años.

El carácter psicológicamente visto sería la peculiaridad de un individuo que se enfrenta a la sociedad haciendo uso de sus distintas facultades, es decir, en su sentir y en su obrar, con sus decisiones voluntarias y valoraciones objetivas, en sus juicios y orientación de intereses, con todo lo que adquiere una existencia individual y una fisonomía que le diferencia de los demás.

El carácter, es un resultado de la lucha de las fuerzas opuestas que hay en cada persona y el impulso de nuestra elección de defensa que optamos. 

Cuando el carácter está falsamente fijado, porque fingimos ser lo que somos, nos separamos de una forma y esa estructura del carácter, está incrustada una forma de eliminar las defensas del yo en obstinación como cualidad para conseguir lo que se desea. Con esa obstinación se convierte en un enemigo que le impide realizar su vida con plenitud.

Desgraciadamente, una persona que se identifica con su carácter y no lo pone en tela de juicio, mientras se expone a distintas situaciones achacará siempre el fracaso a las exigencias del entorno. Solo el éxito de todos nos traerá satisfacción social y nuestra satisfacción propia se complementa con la de nuestro entorno.

Las personas adultas que se sienten con baja autoestima es precisamente  a consecuencia de algún trastorno de su falta de capacidad para actuar, según los niveles que le exige la realidad.

Un día, un niño indio de la tribu de los Cherokee viendo la manera de comportamiento tan desigual de alguna gente, decepcionado de que unas veces personas amables fueran tan airadas en otras situaciones inquieto por situaciones tan desiguales preguntó a su abuelo, que era el gran Jefe de la tribu.

¿Por qué  gente que parece buena, a veces, actúa de malas maneras?

Entonces el anciano indio le contó a su nieto la historia de una batalla que tiene lugar en el interior de cada persona. 

Le dijo: “Dentro de cada uno de nosotros hay una dura batalla entre dos lobos. Uno de ellos es un lobo malvado, violento, lleno de ira y rencor, agresivo y envidioso. El otro, es todo bondad, amoroso, alegre, compasivo y generoso”.

El nieto se quedó unos minutos pensando sobre lo que le había contado su abuelo y finalmente le preguntó: ¿por qué luchan? 

El anciano indio le respondió: porque cada uno de ellos quiere dominar sobre cada una de las personas.

El niño le volvió a replicar.

Dime abuelo, ¿cúal de los dos lobos ganará?

Y el anciano indio respondió: “Aquél al que tu alimentes”

Solo que el alimento no es de carne. Alimentas al lobo que decidas mediante la atención que le damos y la importancia que le concedes.

Solemos tener un repertorio de miedos, creencias y mentiras aceptadas bastante grande, alimentados desde nuestra infancia, reforzados en la sociedad y ampliado por la ignorancia de quienes somos nosotros mismos y, falta de conocimiento, de nuestra verdadera naturaleza humana. 

Nosotros mismos somos los responsables y encargados de mantener esos miedos y mentiras ordenadamente como las hemos considerado necesarias.

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